Nuestra espiritualidad está enraizada en Cristo, que «amó hasta el fin» (Jn 13, 1).
El amor sin límites nos permite dar vida en un servicio que refleja las actitudes de Jesús. Siguiendo los pasos de Cristo «Amor eucarístico» configuramos nuestra «oración, actuación y sufrimiento».
En María, que continúa su misión como Madre de la misericordia hacia los vivos y los muertos, encontramos nuestro modelo de vida.