En la actualidad Turín es considerado el centro neurálgico de la vida activa piamontesa. Su historia es amplia, variada y enriquecida por diversos factores. La propia Augusta Taurinorum, muestra la importancia geopolítica de su ubicación desde los tiempos imperiales romanos, que fue sucesivamente invadida por bizantinos, longobardos y francos. El desarrollo posterior fue un verdadero espacio de florecimiento cultural, y de discusiones de importancia política. Ello condujo a que esta ciudad esté en el centro de la disputa social, incluso en el siglo XIX, momento crucial para Italia en el proceso independentista.
En el Ottocento, las celebridades de mayor peso, en su mayoría burgueses y ex privilegiados de la cercanía al poder real que pivoteaban entre una devoción a la patria subalpina y un anhelo de construcción de una dinastía, fueron aceptando las ideas de la Revolución Francesa para la independencia del Imperio Austrohúngaro, y luego el anexo de otras regiones alcanzar, teniendo en cuenta los principios de libertad (de pensamiento, de enseñanza y de comercio), igualdad (traducido en el concepto de “ciudadano”), y fraternidad (la búsqueda constante y sistemática de abolición de privilegios, posición social por sangre heredada, etc.). Tales personalidades construyen una ciudad desde una perspectiva utilitarista, nacionalista, moderna, centrada en las instituciones políticas liberales,
En 1861, con 204.715 habitantes, la ciudad festeja su momento de mayor gloria: será designada capital del Reino unificado por lo cual adquiere un prestigio nacional, pero en 1864 cesa tal posibilidad, que pasará a Florencia por un breve tiempo, y luego definitivamente a Roma. Igualmente, desde comienzos de siglo, pero amplificado por el lugar que iba a ocupar en el nuevo entramado sociopolítico, genera la atención suficiente para atraer inversiones financieras que logren una mejoría en la masa desocupada. De esta forma, se fortalece la creación de industrias y se acelera la producción artesanal, generando el movimiento social típico de los procesos de industrialización: la migración de pobladores rurales hacia la ciudad.
(…) De Amicis y Augusto Monti lo atestiguan calurosamente: (…) negocios variados y atractivos, muchos movimientos de sirvientes y de niños, de carros y carrozas, hoy inimaginable. Pero también, y por mucho, consecuencias amargas antes que el pobre tenga conciencia y reclame la “cuestión social”.
La problemática de la explosión demográfica citadina, llevó a la necesidad de analizar el asunto del alojamiento, alimentación y vestido, convirtiendo a la arquitectura turinesa en barrios hiperpoblados producto de la especulación inmobiliaria, con las consecuencias directas como el hacinamiento, la prostitución, y en violencia.
Aparecen diferentes periódicos italianos y extranjeros, y la ciudad comienza a tener una vida activa por las noches gracias a la iluminación pública, y de cafés a base de gas que lleva a la vivencia de una nueva era. Aunque desde nuestra perspectiva “modernista”, pensemos que esto trajo un bienestar a la ciudad, en su momento llevó a muchas críticas:
Arduo, es verdad, fue vencer los prejuicios morales (“Dios ha hecho la noche para las tinieblas”); sociales (“La luz viva alienta la mala vida”); higiénicos (“peligro de emanaciones nocivas”), pero cierto es el confronte con la vieja iluminación, el aceite era toda una ventaja moderna.
Aunque esta perspectiva positiva estaba presente en la mayoría de los centros de información con acercamiento amplio a las clases dominantes, también es cierto que otra mirada, crítica y negativa, se podría realizar a la "heroína" ciudad piamontesa. La mayoría de la población vivía desocupada o inhabilitada para trabajar por la edad o por enfermedades en su mayoría incurables, como así internados en instituciones asistenciales o correccionales.
El trabajo que prevalecía era el de las labores domésticas y de manufactura. La vida media era breve, de 35 años, si es que se sobrevivía a infanticidios o abortos, pedofilia, criminalidad organizada, delincuencia precoz, ya bandas especializadas en robar negocios.
Ya en la década del '80, los correccionales estaban atiborrados de niños y niñas que, al no haber muerto, pero en su mayoría huérfanos, se encontraban en situaciones paupérrimas.
La ciudad era atravesada diariamente por millas de animales de cría como caballos u ovejas, profundizando aún más la falta de higiene, y generando enfermedades producto de la carencia de análisis bromatológicos, alimenticios, etc.
En 1881, Turín contaba con 252. 832 habitantes, en su mayoría en condiciones de miseria estructural. Para ayudarlos, la "Gazzetta di Torino", reservaba una sección especial titulada "Socorro ai poveri", donde la asistencia se organiza para distribuirse. Por problemas de hacinamiento, miseria y agotamiento (15-16 horas de trabajo en condiciones infrahumanas) se producían frecuentes incendios. Solo los periódicos de los obreros afiliados a movimientos sociales se hacían eco de estas condiciones: “Il proletariato italiano” del Movimiento Internacional, “Il popolino. Monitore dei lavarotori ”y la“ Gazzetta operaia ”de corte anarquista,“ Proximus tuus ”y“ Questione sociale. Voce dei lovarotori ”, de los socialistas.
Francesco, junto con otros hombres y mujeres del momento comprenderá que deberá ocuparse de la situación miserable de la mayoría de los habitantes, participando activamente en el proceso independentista, y generando espacios concretos para mejorar la educación, la ciencia y la religión.
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© 2021 Francesco Faà di Bruno