Infancia
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Infancia, aprendizaje
rudimentario y dolor prematuro

De la época de infancia no se conoce mucho. La mayoría de los datos son reconstrucciones escritas a partir de relatos orales de religiosas ancianas que lo conocieron o algunos detalles por parte de sus hermanos.

En palabras de María Ferrero, una de las religiosas que comenzó la Congregación:

Sé que hasta los 14 (¿?) años permaneció en su casa: así lo escuché. Hacia sus progenitores creo que siempre fue respetuoso y obediente; y recuerdo aquello que siempre decía una tía suya: “Franceschino siempre ha sido bueno, como un niño”. Recuerdo también de haber escuchado decir que en sus tiernos años siempre mostraba una cierta devoción y piedad; yo, por mis convicciones particulares creo que no había amado mucho las diversiones infantiles. Cuanto a sus estudios sé, por haberlo escuchado tantas veces del mismo Siervo de Dios que hasta los nueve años no había comenzado a estudiar. Prefería correr por los campos y así me decía tantas veces que esta vida como niño lo había robustecido (…).

Como la salud de Francesco era muy frágil, la familia decidió enviarlo al castillo familiar de Bruno, junto con su abuelo, aunque los primeros pasos en la educación recibió de su madre. La forma de vida de los abuelos y la docena de criados que tenían a su servicio, más el aire cultural que se respiraba en Bruno, hizo que Francesco tuviera un contacto directo con la naturaleza del campo. Junto con un preceptor privado, posiblemente un sacerdote llamado Don Garibaldi según la costumbre en el Patriciado subalpino, comenzó a escribir ya leer, a interesarse por la música, ya prepararse para entrar en un colegio.

En esta época sufre un dolor que lo acompañará el resto de su vida: su madre, de la que siempre tendrá un recuerdo de amabilidad, rectitud, piedad y cariño, fallece el 15 de julio de 1834. Alguno de sus hermanos ya no estaban en la casa al momento de la muerte de su madre: Camilla y Enrica habían entrado como religiosas en sus respectivas congregaciones, Carlos hacía un año que era Escolapio, Virginia se había casado, y Emilio servía en la Guardia Marina. En ese mismo año también moría su abuelo, el Marqués Francesco, a los 85 años. La pérdida de ambos familiares produjo un dolor intenso en la sensibilidad de Francesco, la cual llevó a Ludovico a hacerse cargo directamente de su hijo. Decidió enviarlo al Colegio de San Giorgio de Nueva Liguria, regentado por los padres Somascos. De esta manera, el padre se aseguraba que su hijo tuviera cursos regulares para que pueda formarse y alcanzar una carrera que corresponda al nivel sociocultural de una familia noble.

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